Tajante se muestra el ansia
que mengua su sed
con imaginaciones versadas.
Escudriño cada reflejo
con un aleteo casi uterino
-desahuciado, doloroso-
abnegado a ser solo luz
y no colibrí abrazador de cumbres.
Las horas chocan flamantes,
sucias de vida perdida,
contra las pilastras de tu faro.
Aquel que celoso y bravo
-solitario, paciente-
renuncia a más compañía
que las luces de su estómago.
¿Sereno? ¿Okupado?
¿Cebado de bálsamos jubilados?
Mi nuca nunca sentirá
los labios de la furia,
las palabras de tormenta
ni los días de tacón y paja.
El faro no cambiará de posición
-estático, decidido-
jamás hablará de mí,
pues su voz ya tiene dueña.
© Cita Franco
Todos los derechos reservados
Cita, Cita, qué sorpresa mas agradable...
ResponderEliminarHe pensado en ti con frecuencia y ahora te encuentro y con un hermoso poema... Y me siento feliz de saberte tan poeta. Besos.
Hola! no tan poeta, solo nostálgica.
EliminarUn abrazo hasta el sol.